Recorriendo las nacientes del Río Maya
El Pico Codazzi, con sus 2.429 metros, es una de las cimas más altas de la Cordillera de la Costa, rodeado de una exuberante flora de bosque húmedo tropical debe su nombre al gran naturalista, cartógrafo y geólogo italiano Agustín Codazzi, quien llega a Venezuela en 1827 para desarrollar una importante labor cartográfica.
Entre sus aportes a nuestro país destaca haber tramitado ante el gobierno alemán el envío de agricultores que voluntariamente quisieran radicarse en nuestra naciente república. Como resultado de estas gestiones, en 1842 llegan a Venezuela 358 personas provenientes de la Selva Negra alemana, quienes se radican en las tierras aledañas al Pico Codazzi, en la región que hoy se conoce como Colonia Tovar.
Desde el punto de vista ecológico, la Cordillera de la Costa tiene un sitial de honor por su diversidad biológica, ya que en ella se asientan una fauna y flora de extraordinario valor, propias de un bosque tropical húmedo cargado de abundante cantidad de palmeras, bromelias, orquídeas y helechos. La importancia de la fauna estriba en la gran diversidad de aves, incluso migratorias. Para estas aves esta imponente cordillera es el punto de entrada al continente en su largo viaje a través del mar.
Transitar por los caminos que esconde esta serranía se convierte en una muy placentera experiencia; la agradable brisa venida del mar, las formidables alturas sumergidas en una casi perenne neblina, el contacto con la rica vegetación y el esplendoroso verdor, conjugan un todo que nos hunde en un éxtasis de naturaleza pura.
LA VÍA
Subiendo de La Victoria hacia la Colonia Tovar, ya muy cerca de la cumbre de la serranía y a sólo dos kilómetros antes de llegar a la estación de gasolina localizada en esta vía, a mano izquierda se consigue una parada de autobús que tiene una caseta de hierro con un techo pequeño. Justo en ese lugar hay una carretera que sube la montaña, cuyo inicio es de concreto, pero que luego de un kilómetro comienza una carretera de tierra que va bordeando la montaña, base imponente del Pico Codazzi, asentado en la Cordillera de la Costa. Luego de pocos kilómetros, serpenteando entre un abra y otro, la carretera toma altura para terminar de trepar las empinadas cimas, donde el páramo cubre de rocío el follaje de aquel exótico verdor que se difumina entre las sombras de la neblina. Continuando por aquellas cumbres se vencen las alturas y sobre ellas nos desplazamos por un tiempo, para luego bajar hasta parajes más cálidos desde donde, entre algunos claros de la montaña, muy a lo lejos, se visualiza el azulado mar que en esas costas baña las playas de Punta Paraulata.
EL PASEO
Nadie mejor que quienes viven cercanos a esta zona para guiarnos por las rutas más emocionantes que se puedan conseguir en las cercanías de Pico Codazzi. El conocido Club Victoria 4x4, radicado en la bella ciudad de La Victoria, tuvo la amabilidad de invitarnos a recorrer uno de los caminos que atraviesa esta cordillera. Fue así como un sábado en la mañana, luego de congregarnos en un céntrico lugar de la histórica ciudad, partimos en caravana rumbo a la cordillera, en las cercanías de la Colonia Tovar. El angosto camino de tierra, que se interna en la sierra, transcurre entre un paisaje de altas montañas, muy húmedo y frío, sobre todo en esta época de lluvias. Los primeros cruces que conseguimos a la izquierda son caminos que se dirigen de nuevo a La Victoria, según los conocedores del lugar. Estos caminos de tierra actualmente son utilizados sólo por algunos agricultores.
El camino sigue remontando altura. Aun cuando ha llovido, esta parte es bastante sólida y no representa ningún obstáculo importante. Nos paramos un momento al llegar a un ensanchamiento de la carretera, en una curva, justo donde está el aviso que indica que estamos en el parque Pico Codazzi. Este alto en nuestro recorrido fue muy provechoso pues pudimos conversar, tomarnos algunas fotos y, lo más importante, conocernos un poco más y fomentar los lazos de amistad.
Este camino es una ruta para disfrutar, hay que parar con frecuencia y rodar despacio para no perder ni un sólo metro de esta impresionante naturaleza. Después de unos pocos kilómetros el camino se hace algo angosto, a tal punto que los bordes de la vía muerden los profundos barrancos. En los claros se ven a lo lejos las imponentes montañas, todas cubiertas de abundante vegetación. En este lluvioso día que nos tocó, las cumbres aparecen todas tapadas por la neblina y el sol descubre sus rayos de luz sólo por pocos minutos, por lo que el frío en estas alturas nos obliga a sacar las chaquetas. Luego de recorrer unos 29 kilómetros, se comienza a notar el descenso; aparecen algunas vías que se bifurcan en diversos sentidos, por lo que a partir de acá es conveniente preguntar por la vía correcta que lleva directo a Punta Paraulata. El resto de las vías, la mayoría, no tienen salida.
Al descender a niveles cercanos a los 600 metros sobre el nivel del mar, la carretera transita por zonas de muy poco desnivel, razón por la que comienzan a aparecer grandes charcos y lodazales. En ese momento pusimos a prueba la tracción de los vehículos; por supuesto, en esta situación aumenta el ánimo del grupo y se repiten a menudo las paradas obligatorias para ver cómo pasa cada cual el fangoso obstáculo. Este tipo de terreno se prolonga por un buen trecho y por un buen rato. Sin embargo, el paso más interesante del paseo, no por lo complicado sino por lo divertido, fue pasar por debajo de un gran tronco caído sobre la carretera; paso donde los vehículos altos tuvieron que hacer magia. Sin embargo, la destreza de los pilotos permitió dejar atrás aquel inconveniente y proseguir hacia nuestro esperado destino, sin necesidad de cortar aquel fornido tronco.
El camino nos lleva luego hasta un pequeño caserío, donde muy cerca hay una caudalosa quebrada de frías y cristalinas aguas, ampliamente recomendadas para un buen chapuzón; pero como queríamos llegar a Punta Paraulata y se nos había hecho tarde, decidimos dejarlo para el regreso. Aun cuando no habíamos recorrido más de 40 kilómetros desde que tomamos esta vía, ya el día llegaba a su fin y comenzaba a oscurecer. Nuestro guía decidió dirigirnos hasta las cercanías de un poblado donde hay una gran explanada, lo que resultó una excelente elección porque el lugar era estupendo para pernoctar, ya que había espacio de sobra para todos los vehículos y quienes armaron carpa pudieron elegir excelentes lugares.
No pasó más de una hora cuando, casi al unísono, se comenzó a preparar la cena. A lo largo y ancho del campamento la carne asada era la cena obligada, acompañada por grandes cantidades de líquidos de todo tipo que se compraron en el pueblo cercano. Aquella noche el ambiente fue de gran camaradería y alegría; a pesar de que era la primera vez que salíamos juntos, fue tan exquisita la atención que me brindaron y tan sincera la amistad demostrada, que me sentía completamente en familia. Quienes vivimos intensamente este tipo de actividad y realmente sentimos, amamos y disfrutamos la naturaleza, tenemos esa afinidad que nos une y nos permite compartir sin egoísmos estos inolvidables momentos. Somos como una gran familia dispersa a lo largo y ancho de este planeta. La noche se prolongó sin sueño hasta entrada la madrugada; fue tan divertido el momento que las horas pasaron muy pronto.
Al día siguiente proseguimos nuestro camino. Como ya nos habían advertido que la carretera estaba tapiada por los derrumbes del pasado diciembre, que aún permanecen sin ser removidos, decidimos proseguir para evaluar personalmente la posibilidad de pasar, dispuestos a proseguir aun cuando tuviésemos que trabajar duro para abrirnos paso. Cuando nuestros odómetros acumularon desde el comienzo de la travesía un poco más de 64 Km. llegamos al lugar de los derrumbes. Más adelante el camino se hace cada vez más peligroso y angosto, porque en sus bordes hacia el precipicio es muy inestable y flojo; hubo que desistir de los carros y proseguir a pie para llegar hasta el derrumbe. Al llegar a él, efectivamente, nos dimos cuenta que lamentablemente era imposible proseguir por allí hasta la playa, debíamos regresar. La operación de darle vuelta a los vehículos nos costó un poco, pero no hubo contratiempo que no se pudiese resolver; ahora teníamos que decidir qué hacer con el resto de nuestro día. Los conocedores de aquel lugar decidieron llegar hasta el río, darnos un buen baño, almorzar y luego buscar un retorno por una ruta diferente. Luego de preguntar, pudimos obtener la información adecuada: donde está la panadería (una casa donde venden un pan casero muy bueno, por cierto) se toma una carretera cercana a una quebrada; bajando a mano derecha pronto se comienza a subir por un agrietado camino que puso a más de uno en apuros. Efectivamente, esta vía es mucho más complicada; de hecho, se observa que prácticamente no es transitada. Si la vía está húmeda, en las zonas de roca lisa y resbaladiza se recomienda bajar un poco la presión de inflado de los cauchos para tener mejor agarre, de lo contrario la operación resulta bastante complicada y riesgosa. El avance es muy lento en esta parte del camino.
La vía sube abruptamente, por lo que pronto estamos envueltos nuevamente en la espesa neblina. Subir por aquí es realmente interesante no sólo desde el punto de vista de lo emocionante de la conducción, sino también por la real belleza del paisaje. Nos topamos con unas casas de hacienda que parecen estar abandonadas, quizá por esto la vía es poco transitada.
Al cabo de un par de horas rodando a paso moderado, llegamos a una zona de sembradíos donde es evidente que el camino es utilizado como vía agrícola entre este lugar y la Colonia Tovar; a su vez, se comienza a bajar y aproximadamente en una media hora de recorrido, a una velocidad más alegre por esta carretera de muy buenas condiciones, llegamos a un tramo de concreto que pronto empalma con la misma carretera negra de La Victoria a La Colonia Tovar, justo un poco más hacia delante de por donde entramos el día anterior.
El viaje fue realmente reconfortante, es un verdadero paseo con poco trabajo y esfuerzo. Es una vía para disfrutarla todo un fin de semana, hurgando por todos estos rincones de nuestra maravillosa cordillera costera. El contacto con esta naturaleza casi virgen nos recargó de energías. Convivir estos dos días con este excelente grupo de amigos de Victoria 4x4 fue una grata experiencia que permanecerá imborrable.
Fuente: Rutas 4WD